Billy Marlowe - Show Me the Steps (2012)

Billy Marlowe - Show Me the Steps (2012) - 4.0 out of 5 based on 1 vote

Ratio: 4 / 5

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La vida de Billy Marlowe, es la historia de un perdedor, y como diría el genial Peter Green, un perdedor por partida doble (perdió a su mujer y perdió su vida).

Era junio de 1983 en Nueva York y Steve Satterwhite acababa de gastar sus últimos ahorros en una fantasía: un estudio de grabación con un ocho pistas Scully. Una vez hecho el Estudio, Steve necesitaba a alguien para grabar. Puso un pequeño anuncio en The Village Voice y, tres días más tarde, al llegar a casa encontró a su puerta un hombre de pelo alborotado que sostenía un cuaderno. El hombre era Billy Marlowe, y el cuaderno estaba lleno de canciones. En ese momento Billy tenía cuarenta años, pero aparentaba más edad, debido al sufrimiento acumulado por los zarpazos de la vida.

Había nacido en tiempos difíciles en Oklahoma, y las arrugas sobre su rostro apuntaban a una vida difícil de años de lucha con las cosas no siempre bajo su control. Había empezado con su Gibson J-50 (que posteriormente le robaron en la calle en una de esas noches de alcohol y drogas), a tocar su música en los bares y clubes pequeños en San Francisco, y más tarde en lugares como Louisville y Baton Rouge, e incluso Ámsterdam y Bruselas. Pero los tiempos difíciles nunca se fueron muy lejos. Con los años, y como tantos otros en esos días, Billy luchó con el alcohol, las drogas y la vida. Las batallas se cobraron víctimas, se llevaron por delante su matrimonio y pasó algún tiempo en la cárcel.

Hay quienes le atribuyen cualidades que lo elevan a un Santo o un Ángel, un hombre extremadamente honesto y afable, un poeta apasionado, alguien con una influencia beneficiosa en sus amigos, un buen esposo y padre. Pero a pesar de todo Billy escribió canciones hermosas, impulsado por una poesía descarnada que le surgía de lo más profundo de su ser, canciones tan impactantes como un disparo a quemarropa.

En el East Village durante los años 80 hubo decenas de músicos con talento que deambulaban de un lado a otro buscando un proyecto al que dedicar su creatividad, algunos famosos y otros que lo serían más adelante. Parecía que Steve los conocía a todos y, una vez que conocieron a Billy, no fue difícil juntarlos en su estudio para trabajar horas y horas por poco más que la satisfacción de hacer algo bueno. La que más destacaba (por sus armonías evocadoras) era Shawn Colvin, pero también estaba al teclado Stephen Gaboury, el magistral dominio de la guitarra de Jeff Golub, y un violín en manos de Kenny Kosek que bien podría comprar su camino al cielo.

Todos los involucrados en la grabación del proyecto de Billy sintieron que estaban presenciando el nacimiento de un clásico americano. La grabación del disco se prolongó durante más de un año. El álbum que vio la luz fue titulado Show Me The Steps. Fue grabado en casettes y algunos discos de vinilo, pero en realidad no existía un plan para un lanzamiento a gran escala, y la promoción y posterior distribución resultó un fracaso. Terminó siendo una demo elaborada. Si querías ir al baile de graduación en esos días, había que ser invitado; el negocio de la música era una fiesta privada. Así que la esperanza básica era que algún picatoste de la industria se fijara en el trabajo de Billy y le diera el empujón que necesitaba, para tener su sitio en el panteón de los poetas-compositores americanos. Eso no sucedió. La música era extraordinaria, pero nadie llamó. Y la variedad de sellos independientes que ahora damos por sentado, no existía. El tiempo pasó, el proyecto acumuló polvo y Billy murió en 1996, a los 53 años. Dónde se fue y lo que hizo está perdido en el tiempo, pero lo que no se pierde son las canciones extraordinarias que Billy escribió durante su vida que se grabaron durante las sesiones especiales en aquel verano en la ‘Fourth Street’. Treinta años más tarde, Show Me The Steps, finalmente se publica.

El disco es una de esas joyas impresionantes, que sólo muy de vez en cuando aparecen en la vida musical de cualquier melómano que se precie. El álbum fue grabado en Nueva York a mediados de los 80´, y aparte de unas pocas copias en vinilo, no ha visto la luz hasta ahora. Billy se mueve delicadamente del Folk, al Rock y de este al Country, sin que apenas se note, envolviendo el resultado con un aura nostálgico, triste y a la vez esperanzador, dando a veces la sensación de encontrarnos ante un trabajo inacabado e imperfecto, pero es ahí donde reside su encanto, una maravillosa imperfección perfecta.

Ya desde la primera canción “Never figured you for gone”, bella y delicada balada, empezamos a sentir que nos encontramos ante una obra excepcional; el abandono, la frustración y la dura vida en las calles en “Crying”; “Dreams” ¿no es la historia de cada uno de nosotros, una sucesión de sueños nunca realizados y decepciones amargas, con el ocasional destello fugaz y la excepcional belleza del Amor?; le oigo cantar ‘Una vez en mi vida me tocó la cara de un Angel’ (“Angels Face”); su lado más country aparece en “Mama Was Right”,con un sensacional violín de fondo; “Nijinsky”, nos recuerda al estupendo Elliott Murphy de los años 80´.

Y para mí, quizás el mejor tema del disco “Salvation Railroad”, colosal mediotiempo con una steel omnipresente que quita el hipo (sinceramente, para enmarcar). Las baladas se suceden y los sentimientos se derraman, “You got my heart”, y la sin duda premonitoria “ Born again” ¿nacer de nuevo? Para cerrar este trabajo magistral, “Show Me the Steps”, un grito desgarrado del que se siente perdido en los oscuros, sórdidos y dolorosos callejones de la vida ‘…Muéstrame los pasos, por favor, no me dejes caer’.

Unas horas antes de su muerte le dijo a su hijo: ‘He escrito un par de buenas canciones, estoy listo para partir’.

 

Show Me the Steps

 

Dale Watson - Dalevis: Sun Sessions 2 (2013)

Dale Watson - Dalevis: Sun Sessions 2 (2013) - 4.0 out of 5 based on 5 votes

Ratio: 4 / 5

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No es la primera vez que Dale Watson se mete en la piel de Elvis Presley, ya en 2003 editó un disco que también se tituló Dalevis. Sólo que en aquél nueve de los diez cortes eran versiones de canciones que el Rey alguna vez cantó, mientras que en este nuevo lanzamiento los doce cortes llevan la firma de Watson, dotados de una pátina que los alinea con el repertorio de Elvis.

Pese a que el propio Dale Watson define este álbum como ‘tangencial y un producto de mi vanidad, sólo algo que los fans pueden adquirir en mi web y en los conciertos, no es un lanzamiento formal’, el resultado es un alarde de facultades impresionante. Como The Sun Sessions, editado en 2011, que tenía como referente a Johnny Cash, grabado en los estudios Sun de Memphis que acogieron los primeros pasos de las dos leyendas, ambos frecuentemente citados por Watson como sus mayores influencias entre el elenco de estrellas de la Sun.

El impresionante rango vocal que despliega Watson en estas canciones hace tan fácil de reconocerle en su interpretación como identificar a Elvis como referencia. Empezando y acabando con R’n’R (“Big Frank”, “Hit the Road”), y en medio cortes como la alegre y ligera “I Love Too Much”, el Blues de “You Can’t Undo the Wrong”, e incluso un tema que apunta a aquellos de ascendencia italiana que tan bien supo integrar Elvis (“It Was Us”), junto con baladas intemporales como “That’s All”, “Forever Valentine” y “You’ll Cry Too”, es imposible olvidar quién inspira este trabajo.

Quizá el objetivo del álbum fuera humilde, pero convertido en un Rey Midas cantante, el resultado que consigue Dale Watson es oro puro… en el que se aprecian brillantes engarzados si, como yo, eres fan acérrimo de las dos figuras que aquí confluyen.

 

 Big Frank

 

That’s All (grabando en los estudios Sun)

Dick Curless - Traveling Through (1995)

Dick Curless - Traveling Through (1995) - 4.3 out of 5 based on 4 votes

Ratio: 4 / 5

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Traveling Through es una magnífica colección de canciones a cargo del, en el momento de su edición, ya veterano honky-tonker Dick Curless, que falleció a causa de un cáncer de estómago pocos meses después de completar su grabación.

Su primer éxito se remontaba a 1965 con la canción trucker “Tombstone Every Mile”, que dio lugar a su primer LP, también titulado Tombstone Every Mile. Aunque los éxitos dejaron de sucederse en los años setenta no dejó de salir de gira y Traveling Through suponía su primer trabajo de estudio en quince años, en el que conjuga sus raíces en la costa Nor-Atlántica de EEUU con elementos del Gospel, el Blues y el Country tradicional, para un paseo musical pavimentado con dolor y pena tanto como esperanza, triunfo y, en última instancia, redención.

¿Su secreto? Una voz poderosamente emocional. Un cruce entre el estilista del Country Eddy Arnold y el descarnado cantante de Blues Josh White, Curless moldea, forma y mantiene sus notas de una forma cálida, íntima y sincera. Ya sea un grito de júbilo o un aullido de dolor, siempre tienes la sensación que ha vivido lo que canta. Escuchad la forma en que mantiene la torturada última nota en la línea “No one will ever know the truth about me”, del éxito compuesto por Fred Rose y Mel Foree “No One Will Ever Know”. Es como si finalmente consiguiera exorcizar los demonios personales causados por una relación que se hunde. Mientras en el tema de Hank Williams “When God Comes and Gathers His Jewels” la trémula voz de Curless es capaz de transmitir sentimientos de salvación y pérdida frente a la muerte de la amada.

La descarnada interpretación de Curless converge con el inspirado trabajo instrumental de su excelente banda de acompañamiento, apodada simpáticamente ‘the Kids in the Barn’ (los chicos del establo), un grupo de talentosos músicos que se muestran libres para entrelazar su música con, y alrededor de, la voz de Curless. El resultado es pura magia. Especialmente destacable es el espiritual tratamiento que recibe el tema de Joe Hunter “Since I Met You Jesus”. La canción personifica una insuperable sofisticada espontaneidad, donde cada músico tiene la oportunidad de brillar en su propio solo. Un ejercicio arriesgado hablando de Country, pero que aquí funciona. Cuando acaba la canción, un Curless contento exclama: “¡Decid Amén! ¡Tengo que escuchar ésta!”.

Y tú tienes que escuchar este disco. Quizá Dick Curless nos dejara, pero en este álbum, su canto del cisne, resume y deja para la posteridad su experiencia con los altos y los bajos de la vida.

 

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